Coronavirus, estado de alerta. Ayuno, estado de calma
“Conocer a otros es inteligencia;
conocerse uno mismo es verdadera sabiduría.
Ser maestros de otros es fuerza;
ser maestro de sí mismo es verdadero poder”.
“Tao te ching” Lao Tzu
El Coronavirus nos obliga a interrumpir bruscamente la continuidad de la vida diaria. Nos reclama atención queramos o no; y tenemos dos opciones para encarar el reto: la convencional, que es funcionar como siempre lo hemos hecho, o bien ir más allá de lo aparente y profundizar en lo que ocurre, alcanzando una perspectiva más amplia y esclarecedora de la situación. Para ello es necesario recuperar nuestra calma, hacer un viaje interior, redescubrirnos y recuperar nuestro propio poder. Confiar en nuestra esencia.
Ahora es el momento de observarnos como personas y como sociedad, ya no hay lugar para las excusas ni las dilaciones (o para procrastinar como dirían los psicólogos actuales). Ahora que un pequeño virus invisible a los ojos humanos ha conseguido lo que no lo ha hecho el cambio climático ni la economía, que es pararnos en seco.
Ahora que tenemos las neveras, congeladores y despensas repletas por miedo ¿A qué? ¿A morir de hambre o desnutrición? Desnutrición es posible porque no sabemos alimentarnos adecuadamente, pero no por falta sino por exceso, ya que en nuestros países occidentales desarrollados, normalmente, es difícil encontrar personas con carencia de proteínas y sí es sencillo conocer a muchas personas que presentan problemas de colesterol, ácido úrico, azúcar, obesidad…
Ahora que estamos aquí después de tanto exceso, nuestro organismo también lleva tiempo pidiéndonos una parada mandándonos señales en forma de dolencias crónicas de tipo inflamatorio, patologías que mucho tienen que ver con un cuerpo intoxicado.

La cuarentena de los humanos le va a sentar bien al medio ambiente tan contaminado por las huellas de “nuestro progreso”, hagamos que también nos siente bien a nosotros como individuos deshaciéndonos de lo innecesario. Limpieza y más limpieza nos dicen, ¿Y qué mayor limpieza hay para nuestros cuerpos maltratados que un ayuno? ¿Qué mayor fortaleza nos podemos regalar a nosotros mismos?
El ayuno es uno de los mecanismos curativos naturales más antiguos del mundo. Todos los animales, salvo el hombre moderno, ayunan instintivamente cuando están enfermos. Ya desde los antiguos griegos ayunaban para conseguir salud y longevidad. Galeno, Paracelso e Hipócrates, padres fundadores de la medicina occidental practicaban y recetaban el ayuno para todas las enfermedades graves y como método preventivo. Platón y Aristóteles ayunaban regularmente para mejorar su salud física y estimular sus facultades mentales. La Biblia menciona el ayuno en 72 ocasiones. Y prácticamente todas las religiones practican el ayuno en algún momento del año. A través de él, depuramos nuestro organismo y canalizamos la energía que utilizamos para la digestión
Siempre es aconsejable plantearse algo así, pero esta es la gran oportunidad en la que no existen excusas de falta de tiempo o de las muchas cosas que se tienen que hacer. No hay mejor tiempo que el dedicado a uno mismo para crecer, para aprender y compartirlo, para vivir más y mejor.
El Coronavirus ataca sobretodo a personas mayores e individuos con otras patologías asociadas, es decir con un sistema inmune ya debilitado, normalmente por diversidad de toxinas que provienen de los excesos de comer en demasía, de medicamentos y, posiblemente, también de una vida de trasnochar, quizás de fumar, de elecciones de alimentos desvitalizados, o alcohol, sedentarismo, continuo estrés… Con el ayuno le damos un respiro al cuerpo de las continuas agresiones y damos una oportunidad de reacción al sistema inmune.

Hay muchos tipos de ayuno que pueden durar desde cuatro horas hasta varios días y no hay uno ideal igual para todo el mundo. Si nunca antes se ha hecho es recomendable empezar muy poco a poco y sin obsesionarse, puede que sea interesante que se comience con una monodieta a base de solo vegetales (excluyendo los que tengan un índice glucémico más alto como la calabaza o la zanahoria, también excluida la patata) o bien comer crudo durante varios días , estamos en la época ideal que es la primavera, constituye una excelente dieta de adaptación al ayuno y hasta considerarse un ayuno suavizado; y observar cómo va resultando.
¿Qué ocurre durante el ayuno? Se ponen en marcha procesos biológicos dentro de nosotros fascinantes, ¡Nuestro cuerpo es perfecto si se le deja funcionar! Pasa una cosa que se llama autofagia, el organismo se alimenta de sí mismo, se autoabastece, comienza a destruir grasas, azúcares (glucógeno), proteínas y hasta tumores (en ayunos largos que ya deben ser guiados por profesionales); entonces se activan todos los órganos emuntorios (“el equipo de limpieza”) para la eliminación de todos esos residuos resultantes que se movilizan, y es una gran revolución interna pues se produce la desintoxicación de todas las células, donde tanto el medio intra como extracelular se limpia, de ese modo nuestras células comienzan a funcionar mejor.
Especialmente se purifican los riñones, el hígado y el intestino. Así se produce el milagro de la limpieza orgánica generalizada y, por lo tanto, el reajuste en órganos que pueda haber afectados: cicatriza úlceras, saca detritus en articulaciones, etc).
Es interesante no olvidar al hacer un ayuno que si se empieza a sentir debilidad se interrumpa, que no se haga más de tres o cuatro días, más si no hay habito y no se tiene el acompañamiento de un profesional que asesore y guie. Luego se debe volver a la normalidad lentamente, introduciendo poca cantidad de alimentos, evitando las grasas y muy poca proteína. Si hace frío, hacerlo con caldos e infusiones principalmente y si hace calor con zumos naturales de verdura, no es tan recomendable los de frutas solos, mejor mezclarlos con verduras porque sino sometemos al páncreas a un esfuerzo metabólico grande.
El ayuno suele estar recomendado para múltiples patologías como la hipertensión, hiperlipedimias, hipercolesterolemias, hipertrigliceridemias, hiperuricemia, diabetes tipo II, obesidad, enfermedades reumáticas, artritis, artrosis, asma, alergias, reuma, cáncer y enfermedades mentales. Para perder peso, el ayuno es una de las mejores herramientas que hay y a las personas delgadas las equilibra, si preocupa adelgazar demasiado es más recomendable hacer ayunos cortos y frecuentes y de este modo se ayuda a asimilar correctamente el alimento que se ingiere. En general mejora la concentración, la atención y la memoria, se aumenta la energía física y el ánimo.
Este debe ser siempre un acto voluntario de una persona mayor de edad que no tenga trastornos alimentarios, y evitarlo los diabéticos insulino-dependientes, las embarazadas y mujeres lactantes No es lo mismo curar que aliviar. Los medicamentos, la comida pueden aplacar un dolor físico o emocional, pero seguirán ahí. El ayuno es uno de los trayectos que acorta el viaje hacia la salud, pero hay que ser valiente para recorrer un camino de curación, es un proceso de lucidez en el que se descorren todas las cortinas que impedían la entrada del sol, y la enfermedad con toda la suciedad acumulada queda al descubierto. Es inevitable atravesar crisis, pero hay que reconocerlas y aceptarlas, son pasajeras y necesarias como lo son las cuarentenas. El ayuno puede ser un apoyo para nuestro cuerpo y nuestra mente, el cual se debería acompañar de otros hábitos saludables como un buen descanso, alimentación natural, integral y equilibrada, ejercicio moderado y regular, y buen manejo de las emociones (y si cumplimos todos los requisitos conseguimos el diploma de “Maestros de nosotros mismos”).
El poder y la decisión están en nosotros: no comer compulsivamente ni por aburrimiento o ansiedad y plantearse el hacer ayuno. Prevenir la enfermedad debe tener el mismo valor que prevenir una bancarrota.

Un dato para dar el último empujón a tomar esta decisión, “el sistema digestivo posee una red extensa de neuronas que se encuentra entre dos capas musculares de sus paredes. La estructura de las neuronas digestivas es totalmente idéntica a la estructura de las neuronas cerebrales y tienen la capacidad de liberar los mismos transmisores, hormonas y moléculas químicas… Los estudios de Michael Gershon, profesor y director del Departamento de Anatomía y Biología Celular de la Universidad de Columbia, en Nueva York, y precursor de la nueva ciencia denominada “neurogastroenterología”, reveló que el 90% de la serotonina se produce y se almacena en el intestino… Y solamente el 10% restante de la serotonina del cuerpo se sintetiza en las neuronas del sistema nervioso central, es decir, en el cerebro superior”. Tomado del libro de la doctora Irina Matveikova, “Inteligencia digestiva”.
¡Buen provecho!
Elena del Valle, Nutricionista y socia de Biolibere
Ilustraciones: Elena del Valle